jueves, 28 de junio de 2007

FRANZ KAFKA La Condena

1882.- Hermann Kafka, nacido en 1852, se casa con Julie Löwy, nacida en 1856. De familia cervecera, Julie cuenta con una posición económica importante. Hermann es también de familia judía pero su economía no es tan sólida como la de Julie. Nace en el pequeño pueblo de Wossek (sur de Bohemia) y se muda al Gueto judío de Josefstadt, Praga, luego de alcanzar la adolescencia. Julie es una mujer culta, de elegancia notable. Cuando se casan, Hermann abre un comercio de artículos de fantasía no sin la ayuda de la familia de Julie. La fortuna comienza a sonreir en el sentido económico.

1883.- Se mudan a la calle Maisel, cercana al gueto. Nace ahí su primer hijo, Franz el 3 de julio en Praga (en ese entonces, ciudad austríaca). La casa es humilde y no tardarán mucho tiempo en mudarse nuevamente. La próxima vivienda queda no lejos de ésta, en Werizelplatz. En una fecha poco clara nace Georg, hermano de Franz que muere 15 meses mas tarde.Hermann se va acercando socialmente a los checos de origen alemán que forman parte por esa época de la alta sociedad y lentamente se separa del judaísmo. Franz es judío practicante. Sólo en las dosis necesarias. No solo la tibieza afecta lo religioso, también el Joven pendula entre el checo y el alemán. Sumémosle a esto los continuos cambios de domicilio conforme a los cambios o mejoras económicos. Siempre la dirección es contraria al gueto. Imagínense de qué manera el joven Franz puede hacer amistades...Muere otro hermano de Franz a poco de nacer.Finalmente la familia se muda a la calle del Círculo y abren una mercería.

1889.- Nace Elli, primera hermana de Franz. Este comienza a estudiar en la escuela primaria junto al mercado de la carne. La concurrencia general es alemana de origen judío. La señorita Bailly, venida de Neuchätel fue la primera maestra.

1890.- Nace Valli, segunda hermana. Franz es tímido. Hubiera querido ser invisible. Con toda esa mezcla mencionada, es normal que no se comprometa con los alemanes ni con los checos de la escuela cercana (que atacaban a los alemanes a la salida de la escuela). Ni siquiera tomó partido por los judíos. El mejor sitio de permanencia es él mismo. El sitio seguro.

1892.- Nace la tercera hermana: Ottla.

1893.- Comienza los estudios en enseñanza media en un instituto de Bachillerato de humanidades de lengua alemana en Praga-Altstadt. Permaneció hasta 1901. Es un buen alumno. Se destaca especialmente en geografía tanto como siente dificultades en las matemáticas. Habla checo a pesar de ser un aplicado estudiante del alemán (la que fuera su lengua principal).

1897.- Se paraliza el funcionamiento del Consejo del Imperio austro-húngaro y se organiza un movimiento de unión con Alemania. Se impone el bilingüismo y en Bohemia y Moravia estalla una crisis.

1899.- Se agrava la situación y se deroga el bilingüismo.

1901.- Concluye los estudios secundarios y tras un intento con la química, acomete el estudio de Derecho en la Universidad Alemana de Praga. Luego seguirá con la Germanística y más tarde con estudios sobre Historia del arte. En aquellos días, conoce a Oskar Pollak, con quien mantiene correspondencia hasta 1904.

1902.- Pasa sus vacaciones en Liboch y Triesch (la casa de su tío Siegfried Lowy que era médico rural). En otoño concurre a una conferencia sobre Schopenhauer dictada por un tal Max Brod. Este encuentro es el vértice exacto del comienzo de una amistad que trascendió los usuales límites que la muerte impone. Brod será con el tiempo, espejo de Kafka, insistente en la publicación de sus textos, biógrafo oficial y albacea literario.

1903.- Este año Franz trabaja en una novela (luego perdida para siempre) llamada: "El niño y la ciudad". Asiste a cursos y discusiones con Anton Marty.

1904-05.- Pasa sus vacaciones en Zuckmantel. Se empieza a ver seguidamente con Marx Brod, Oskar Baum y Felix WeItsch. Comienza a escribir "Descripción de una Lucha". Conoce a una mujer que sería, según su propia confesión, una de las dos únicas mujeres con las que tuvo verdadera intimidad. Lee ávidamente las memorias y la correspondencia de Lord Byron, Grillparzer, Goethe y Eckerman. Se siente influenciado por el poeta alemán Hugo Von Hofmannsthal.

1906.- En el mes de junio se doctora en Derecho en la Universidad de Praga junto a Alfred Weber. Trabaja durante algunos meses en el estudio jurídico de su tío Richard Lowy para luego internarse alrededor de un año en los tribunales.

1907.- Escribe "Preparativos de una boda en el campo". Visita nuevamente Zuckmantel y en agosto, viaja a Triesch. En octubre, principia la condena y no hablo de su magnifico libro, quiero decir que comienza a trabajar en la compañía de seguros Assicurazioni Generali. El exceso de horas en el trabajo lo anulan como escritor, generándole angustias. Este año, la votación dentro del imperio austro-húngaro arroja un triunfo de los eslavos contra los germanos confirmando la mayoría de los primeros.

1908.- Entre los meses de febrero y mayo, asiste a un curso sobre seguro obrero en la Academia Comercial de Praga. Lee junto a Brod, con quien estrecha la amistad, textos de Huysmans y Flaubert. Hacia fines de julio, encuentra trabajo de media jornada en el organismo seminacionalizado de la Compañía de Seguros de Accidentes de Trabajo del Reino de Bohemia. Trabaja de día y se consume en la noche al sonido de la vela donde la cera y la vida ignoran el destino. ¿Cómo saber si la vida hay que vivirla o ganársela?.

1909.- Publica en la revista Hyperion, ocho fragmentos en prosa. En Septiembre pasa sus vacaciones en Riva y Brescia junto con Max y Otto Brod. Escribe "Los aeroplanos de Brescia". Se relaciona con círculos anarquistas, aunque se mantiene alejado de las luchas políticas. El país comienza a gobernarse por decretos imperiales (prohibido hacer analogías con remotos países sudamericanos).

1910.- Forma parte del "Círculo de intelectuales". En marzo publica en Bohemia cinco artículos en prosa. En mayo, Franz comienza a anotar en sus diarios prolijamente sus obseciones... entre ellas, hay una que prevalece, la de escribir en mejores condiciones. Lleva durante 13 años estos diarios. Padecer insomnio, agotamiento y las nunca dejadas de lado "torturas morales". Cuando la salida no se encuentra, el cuerpo la halla de inmediato. Participa en una compañía de teatro yiddish (lengua primitiva de los judíos refugiados en la Europa Central, como lo es el sefardí con respecto a los judíos de origen español expulsados por los Reyes Católicos en 1492). Franz es asiduo concurrente a cafés literarios, cabarets y salones de fiesta en Praga. La salud comienza levemente a escurrirse... esto hace que Franz se haga vegetariano. No bebe alcohol y no fuma. Deja de usar abrigo y se baña en ríos helados. En diciembre viaja a Berlín.

1911.- Entre enero y febrero, viaja por negocios a Friedland y Reichenberg. Luego, al llegar el verano, llega a Zurich; más tarde visita Lugano y Milan. Visita París con Max Brod. Franz pasa una semana en el sanatorio naturista Fellenberg, en Erienbach, cerca de Zurich. En octubre, participa nuevamente de la compañía yiddish de teatro, estrechando amistad con Jizchak Löwy, su director. "América" comienza a tomar forma.

1912.- A raiz de su acercamiento a la compañía de teatro y a la amistad con Löwy, comienza a interesarse por la cultura judía. En febrero da una conferencia sobre la lengua yiddish. Marzo comienza más complicado: debe hacerse cargo (podría decirse contra su voluntad) de un establecimiento industrial perteneciente al marido de su hermana mayor. El aumento de trabajo crece a la par de la desazón. En Julio, viaja con Brod a Weimar. Vuelve a pasar unos días solitarios en el sanatorio naturista Fellenberg. Conoce en este tiempo a los editores Ernest Rowohlt y Kurt Wolff, quienes en Diciembre publicarán la antología de Franz "Contemplación". El 13 de agosto, en casa de Brod, por primera vez encuentra a Felice Bauer. Ella tiene 25 años y vive en Berlín; es directora de la empresa Lindstrom.Franz escribe "La Condena" en septiembre y luego "El Fogonero", que será el capítulo primero de "América". En Noviembre escribe "La Metamorfosis".

1913.- En contraste con lo que produce literariamente en 1912, entre principios de 1913 hasta mediados del 14, cae verticalmente. Solamente trabaja en "La Condena". En realidad, su pluma no duerme , sólo descansa: mantiene correspondencia con Felice hasta vísperas de las Pascuas. Decide ir a visitarla por primera vez a Berlin. Se mueve entre ansias y la inextinguible sensación de fracaso. Ya en primavera, publica "La Condena" y "El Fogonero". En Septiembre viaja a Viena, Venecia y Riva. Es aquí, en Riva, donde conoce a una mujer suiza, con quien mantiene un breve amor. En noviembre se encuentra con Greta Bloch, amiga de Felice Bauer, con quien mantiene correspondencia. Ocurre algo nunca muy claro. Franz tiene un hijo con Greta Bloch; hijo del que ignora su existencia (e ignorará por siempre). Unico hijo por cierto y que muere a los siete años de edad. Greta Bloch muere en mayo de 1944 a manos de los nazis.

1914.- Vuelve a Berlín, como el año pasado, en las Pascuas. Se compromete con Felice Bauer aunque hasta julio durará este compromiso. Primero de muchos. Conoce a Ernest Weis, poeta y dramaturgo, con quien viaja por el mar Báltico (Hellerau, Lübeck y Marnenlst). Por estos tiempos, mantiene una relación algo tibia con Max Brod. En octubre escribe "En La Colonia Penitenciaria". Comienza "El Proceso" y en el invierno escribe "Ante la Ley", relato que formará parte de "El Proceso". Culmina "America", que no será editada hasta 1925.El archiduque Francisco Fernando, heredero del trono austro-húngaro, muere junto a su esposa en un atentado en Sarajevo el 28 de junio. Austria hace responsable a Servia y le envía un ultimátum instándola a que permita a la policía austríaca participar en la investigación del atentado. Servia se opone y moviliza tropas. Comienza la Primera Guerra Mundial.

1915.- Franz recibe por "El Fogonero" el premio Fontane. Se encuentra varias veces con Felice en Baldenbach. Ella desea una vida normal. El no puede. No puede, ni siquiera, el descanso nocturno... él trabaja durante el día (o mejor dicho, cumple con el mundo) y por la noche, vive y muere en cada letra. Respira cuando escribe y muere en cada amanecer insomne. Se muda varias veces de domicilio y viaja a Hungría con Elli. En noviembre ve la luz "La Metamorfosis". En diciembre comienza a escribir "El Maestro de Pueblo".La Conquista de Varsovia se produce desde el Báltico por la ofensiva austrogermana. Llegan hasta Galitzia Oriental. El Zar Nicolás asume el mando supremo de las tropas rusas.

1916.- En julio, se encuentra con Felice en el balneario de Marienbad. En el verano vuelve a pendular entre el matrimonio y la soledad. Escribe los cuentos que luego serán "Un Médico Rural". Noviembre lo recibe en Munich, donde da una conferencia leyendo fragmentos de textos propios y poemas de Max Brod. En invierno, el ruido molesto lo lleva a mudarse la calle Alchemist, en Praga.

1917.- Durante los primeros mese del año, escribe uno de los relatos que formará parte de "La Muralla China"; éste se titula: "El Cazador Gacchus". Comienza a aprender hebreo. En la primavera escribe "La Construcción de la Muralla China". Julio: nuevo compromiso con Felice Bauer. En agosto principian sus padecimientos pulmonares y en septiembre le diagnostican tuberculosis. Se niega a ingresar en el sanatorio no bien le diagnostican la enfermedad. Consigue tres meses de licencia por enfermedad y los aprovecha para viajar a casa de Ottla, su hermana, en Zürau. Lee a Kierkegaard tranquilamente, conociendo al existencialismo y la angustia en papel y en la vida. Termina sus estudios de hebreo y lee la Biblia con avidez. Escribe sus "Cuadernos en Octava" e interrumpe su diario súbitamente. El 21 de Septiembre visita a Felice una vez más... El 1 de Octubre le envía la última carta. En diciembre navega por las aguas de la pérdida... rompe con Felice definitivamente luego de un encuentro en Praga. Un año más tarde se casará Felice con quien cree haber encontrado el equilibrio que siempre buscó; como si eso pudiese significar algo.

1918.- Hasta julio permanece con su hermana en Zürau. Le quedan de la experiencia en el campo de Ottla, aspectos de la fascinante vida rural que luego se verán en "El Castillo". Viaja a Praga y Turnau. En noviembre, conoce a Julia Wohryzeck, hija de un custodio de sinagoga. Escribe "Una sociedad de trabajadores pobres", proyecto de sociedad ascética.En Rusia se proclama la república democrática federal marxista-leninista. Guillermo II abdica en noviembre y da paso a la república alemana. El 11 de noviembre, Alemania firma el armisticio que luego acepta Austria. Se disuelve la monarquía austro-húngara. Checoslovaquia se proclama independiente.

1919.- En enero se encuentra en Schelensen: resume sus diarios. Se reencuentra una vez más con Felice Bauer en la primavera. En mayo publica "En la Colonia Penitenciaria"; luego "Un médico Rural". En noviembre escribe "Carta al padre". El invierno lo lleva nuevamente a Schelensen con Max Brod y allí escribe aforismos. Podría decirse que este fin de año fue el comienzo de la enfermedad de Franz Kafka, hecho que lo obliga a frecuentar residencias de salud y hospitales.

1920.- Nueva intermisión en el diario que se extenderá hasta octubre de 1921. La enfermedad lo obliga a dejar el Instituto de Accidentes de Trabajadores. Viaja a Meran. Es aquí donde conoce a Gustav Janouch. Principia el intercambio de correspondencia con Milena Jesenká-Pollak, traductora checoslovaca a quien luego conoce... al parecer, el amor y el tormento es la misma cosa en Franz. El cuerpo, en fina sintonía con el alma, lo castiga... debe internarse tras una recaída y en contra de su deseo. En diciembre, en el sanatorio Matliary (montes Tatra), de Eslovaquia, traba amistad con Robert Klopstock, estudiante de medicina y tísico como él.

1921.- Hasta mediados de año debe quedarse en el sanatorio de los montes. Luego de su reclusión, vuelve a Praga, donde el 15 de octubre anota en sus diarios que todos sus cuadernos, se los había entregado una semana antes a Milena. Entre la fecha y 1924, escribe los cuentos que formarán parte de "Un Artista del Hambre".

1922.- Comienza a escribir "El Castillo", que en septiembre tendrá terminado. Nuevamente llega febrero; nuevamente viaja a Praga. En mayo se encuentra por última vez con Milena. Se traslada a en Planá, donde se reune con su hermana Ottla y otra vez a Praga. Durante el verano escribe "Investigaciones de un Perro".

1923.- De Praga sale en julio rumbo a Müritz, con su hermana Elli. En algún momento del año, le envía a Milena la última carta. Le cuenta su mejor noticia: Conoce a Dora Dymant en la colonia de vacaciones de un hogar judío de Berlín. Dora tiene 20 años y su procedencia es judío-polaca. Tal vez lo sabe; tal vez no, pero le dio lo que nunca había alcanzado hasta ese presente: Paz. Lo acompaña. Franz escribe "Una mujercita" y "La madriguera". Vive con Dora hacia fines de Septiembre en Berlín. Luego se mudan a Grune, en la calle Wald. En La Academia de Berlín, da conferencias sobre estudios Hebreos. El invierno le da "La Construcción". Berlín los espera nuevamente. Presenta a su editor los cuentos que forman "Un Artista del Hambre".

1924.- Franz escribe "Josefina la Cantora", su último texto. La salud es como arena en la mano... se va escurriendo sin la posibilidad de recuperación. Se agrava y nuevamente Praga lo recibe; esta será la última vez. Los sanatorios y las clínicas son su hogar. Dora y Robert Klopstock estan incansables el día y la noche. Viven su vida. El 3 de junio muere en el sanatorio de Kierling, cerca de Viena. Los funerales son el 11 en el cementerio de Praga-Straschnitz. "Un Artista del Hambre" se publica luego de su muerte. Qué más podría decirse. El resto está en sus textos.

1931.- Muere Herman Kafka, su padre.

1934.- Muere Julie Löwy, su madre.

1942.- Ottla, su hermana muere en Auschwitz. Las otras dos también a manos de los nazis en campos de concentración.

1944.- Milena Muere en otro campo de concentración. Tambien es asesinada por los nazis Greta Bloch.

1952.- Muere Dora Dymant en Londres. Mes de agosto.

1960.- Muere Felice Bauer.

1968.- Max Brod muere en Tel Aviv.

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La Condena

Era domingo por la mañana, en lo más hermoso de la primavera, Georg Bendemann, un joven comerciante, estaba sentado en su habitación en el primer piso de una de las casas bajas y de construcción ligera que se extendía a lo largo del río en forma de hilera, y que sólo se distinguían entre sí por la altura y el color.

Acababa de terminar una carta a un amigo de su juventud que se encontraba en el extranjero, la cerró con lentitud juguetona y miró luego, con el codo apoyado sobre el escritorio» por la ventana, hacia el río, el puente y las colinas de la otra orilla con su color verde pálido.

Reflexionó sobre cómo este amigo, descontento de su éxito en su ciudad natal, había literalmente huido ya hacía años a Rusia. Ahora tenía un negocio en San Petersburgo, que al principio había marchado muy bien, pero que desde hacía tiempo parecía haberse estancado, tal como había lamentado el amigo en una de sus cada vez más infrecuentes visitas.

De este modo se mataba inútilmente trabajando en el extranjero, la extraña barba sólo tapaba con dificultad el rostro bien conocido desde los años de la niñez, rostro cuya piel amarillenta parecía manifestar una enfermedad en proceso de desarrollo. Según contaba, no tenía una auténtica relación con la colonia de sus compatriotas en aquel lugar y apenas relación social alguna con las familias naturales de allí y, en consecuencia, se hacia a la idea de una soltería definitiva.

¿Qué podía escribírsele a un hombre de este tipo, que, evidentemente, se había enclaustrado, de quien se podía tener lástima, pero a quien no se podía ayudar? ¿Se le debía quizá aconsejar que volviese a casa, que trasladase aquí su existencia, que reanudara todas sus antiguas relaciones amistosas, para lo cual no existía obstáculo» y que, por lo demás, confiase en la ayuda de los amigos?

Pero esto no significaba otra cosa que decirle al mismo tiempo, con precaución, y por ello hiriéndole aún más, que sus esfuerzos hasta ahora habían sido en vano, que debía, por fin, desistir de ellos, que tenía que regresar y aceptar que todos, con los ojos muy abiertos de asombro, le mirasen como a alguien que ha vuelto para siempre; que sólo sus amigos entenderían y que él era como un niño viejo, que debía simplemente obedecer a los amigos que se habían quedado en casa y que habían tenido éxito.

¿E incluso entonces era seguro que tuviese sentido toda la amargura que había que causarle? Quizá ni siquiera se consiguiese traerle a casa, él mismo decía que ya no entendía la situación en el país natal, y así permanecería, a pesar de todo, en su extranjero, amargado por los consejos y un poco más distanciado de los amigos. Pero si siguiera realmente el consejo y aquí se le humillase, naturalmente no con intención sino por la forma de actuar, no se encontraría a gusto entre sus amigos ni tampoco sin ellos, se avergonzaría entonces no tendría de verdad ni hogar ni amigos.

En estas circunstancias ¿no era mejor que se quedase en el extranjero tal como estaba? ¿Podría pensarse que en tales circunstancias saldría realmente adelante aquí?

Por estos motivos, y si se queda mantener en pie la relación epistolar con él, no se le podían hacer verdaderas confidencias como se le harían sin temor al conocido más lejano. Hacía más de tres años que el amigo no había estado en su país natal y explicaba este hecho, apenas suficientemente, mediante la inseguridad de la situación política en Rusia, que, en consecuencia, no permitía la ausencia de un pequeño hombre de negocios mientras que cientos de miles de rusos viajaban tranquilamente por el mundo. Pero precisamente en el transcurso de estos tres años habían cambiado mucho las cosas para Georg.

Sobre la muerte de su madre, ocurrida hacía dos años y desde la cual Georg vivía con su anciano padre en la misma casa, había tenido noticia el amigo, y en una carta había expresado su pésame con una sequedad que sólo podía tener su origen en el hecho de que la aflicción por semejante acontecimiento se hacía inimaginable en el extranjero. Ahora bien, desde entonces, Georg se había enfrentado al negocio, como a todo lo demás, con gran decisión. Quizá el padre, en la época en que todavía vivía la madre, le había obstaculizado para llevar a cabo una auténtica actividad propia, por el hecho de que siempre quería hacer prevalecer su opinión en el negocio. Quizá desde la muerte de la madre, el padre, a pesar de que todavía trabajaba en el negocio, se había vuelto más retraído. Quizá desempeñaban un papel importante felices casualidades, lo cual era incluso muy probable; en todo caso, el negocio había progresado inesperadamente en estos dos años, había sido necesario duplicar el personal, las operaciones comerciales se habían quintuplicado, sin lugar a dudas tenían ante si una mayor ampliación.

Pero el amigo no sabia nada de este cambio. Anteriormente, quizá por última vez en aquella carta de condolencia, había intentado convencer a Georg de que emigrase a Rusia y se había explayado sobre las perspectivas que se ofrecían precisamente en el ramo comercial de Georg. Las cifras eran mínimas con respecto a las proporciones que había alcanzado el negocio de Georg. Él no había querido contarle al amigo sus éxitos comerciales y si lo hubiese hecho ahora, con posterioridad, hubiese causado una impresión extraña.

Es así como Georg se había limitado a contarle cosas sin importancia de las muchas que se acumulan desordenadamente en el recuerdo cuando se pone uno a pensar en un domingo tranquilo. No deseaba otra cosa que mantener intacta la imagen que, probablemente, se había hecho el amigo de su ciudad natal durante el largo período de tiempo, y con la cual se había conformado. Fue así como Georg, en tres cartas bastante distantes entre sí, le informó acerca del compromiso matrimonial de un señor cualquiera con una muchacha cualquiera, hasta que, finalmente, el amigo, totalmente en contra de la intención de Georg, comenzó a interesarse por
este asunto.

Georg prefería contarle estas cosas antes que confesarle que era él mismo quien hacía un mes se había prometido con la señorita Frieda Brandenfeld, una joven de familia acomodada.

Con frecuencia hablaba con su prometida de este amigo y de la especial relación epistolar que mantenía con él.

-Entonces no vendrá a nuestra boda -decía ella-, y yo tengo derecho a conocer a todos tus amigos.

-No quiero molestarle -contestaba Georg-, entiéndeme, probablemente vendría, al menos así lo creo, pero se sentiría obligado y perjudicado, quizá me envidiaría y seguramente, apesadumbrado e incapaz de prescindir de esa pesadumbre, regresaría solo, solo ¿sabes lo que es eso?

-Bueno, ¿no puede enterarse de nuestra boda por otro camino?

-Sin duda no puedo evitarlo, pero es improbable dada su forma de vida.

-Si tienes esa clase de amigos, Georg, nunca debiste comprometerte.

-Sí, es culpa de ambos, pero incluso ahora no desearía que fuese de otra forma.

Y si ella, respirando precipitadamente entre sus besos, alegaba todavía:

-La verdad es que sí que me molesta.

Entonces era realmente cuando él consideraba inofensivo contarle todo al amigo.

-Así es como soy y así tiene que aceptarme -decía él. -No pienso convertirme en un hombre a su medida, hombre que quizá fuese más apropiado a su amistad de lo que yo lo soy.

Y, efectivamente, en la larga carta que había escrito este domingo por la mañana, informaba a su amigo del compromiso que se había celebrado con las siguientes palabras: «Me he reservado la novedad más importante para el final. Me he prometido con la señorita Frieda Brandenfeld, una muchacha perteneciente a una familia acomodada que se estableció aquí mucho tiempo después de tu partida y a la que tú apenas conocerás. Ya habrá oportunidad de contarte más detalles acerca de mi prometida, baste hoy con decirte que soy muy feliz y que en
nuestra mutua relación sólo ha cambiado algo en cuanto que tú, en lugar de tener en mi un amigo corriente, tendrás un amigo feliz. Además tendrás en mi prometida, que te manda saludos cordiales y que te escribirá próximamente, una amiga leal, lo que no deja de tener importancia para un soltero.

Sé que muchas cosas te impiden hacemos una visita, pero ¿acaso no sería precisamente mi boda la mejor oportunidad de echar por la borda, al menos por una vez, todos los obstáculos? Pero, sea como sea, actúa sin tener en cuenta todo lo demás y según tu buen criterio»

Georg había permanecido mucho tiempo sentado en su escritorio con la carta en la mano y el rostro vuelto hacia la ventana. Con una sonrisa ausente había apenas contestado a un conocido que, desde la calle, le había saludado al pasar.

Finalmente, se metió la carta en el bolsillo y, a través de un corto pasillo, se dirigió desde su habitación a la de su padre, en la que no había estado desde hacía meses. No existía por lo demás, necesidad de ello, porque constantemente tenía contacto con él en el negocio; comían juntos en una casa de comidas, por la noche cada uno se tomaba lo que le apetecía pero después la mayoría de las veces se sentaban un ratito, cada uno con su periódico, en el cuarto de estar común, a no ser que Georg, como ocurría con mucha frecuencia, estuviese en compañía de amigos o, como ahora, fuese a ver a su novia.

Georg se extrañó de lo oscura que estaba la habitación del padre incluso en esta mañana soleada, tal era la sombra que proyectaba la alta pared que se elevaba al otro lado del estrecho patio. El padre estaba sentado ante la ventana, en un rincón adornado con recuerdos de la difunta madre, y leía el periódico, que sostenía de lado ante los ojos, con lo cual intentaba contrarrestar una cierta falta de visión. Sobre la mesa estaban aún los restos del desayuno, del que no parecía haber comido mucho.

-iAh Georg! -exclamó el padre, e inmediatamente se dirigió hacia él. Su pesada bata se abría al andar y los bajos revoloteaban a su alrededor.

«Mi padre sigue siendo un gigante», se dijo Georg.

-Esto está insoportablemente oscuro -dijo a continuación.

-Si, si que está oscuro -contestó el padre.

-¿También has cerrado la ventana?

-Lo prefiero así.

-Fuera hace bastante calor -dijo georg como complemento a lo anterior, y se sentó.

El padre retiró la vajilla del desayuno y la colocó sobre una cómoda.

-La verdad es que sólo quería decirte -continuó Georg, que seguía los movimientos del anciano totalmente aturdido- que, por fin, he informado a San Petersburgo de mi compromiso.

Sacó un poco la carta del bolsillo y la dejó caer dentro de nuevo.

-¿Cómo que a San Petersburgo? -preguntó el padre.

-Si, a mi amigo -dijo Georg, y buscó los ojos del padre.

«En el negocio es completamente distinto», pensó. «Cuánto sitio ocupa ahí sentado y cómo se cruza de brazos!»

-Sí, claro, a tu amigo -dijo el padre recalcándolo.

-Ya sabes, padre, que en un principio quería silenciar mi compromiso. Por consideración, por ningún otro motivo. Tú ya sabes que es una persona difícil. Puede enterarse de mi compromiso por otros cauces, me dije, y si bien esto apenas es probable dada su solitaria forma de vida, yo no puedo evitarlo, pero por mi mismo no debe enterarse.

-¿Y ahora has cambiado de opinión? -preguntó el padre.

Puso el periódico en el antepecho de la ventana y sobre el periódico las gafas que tapaba con las manos.

-Sí, ahora he cambiado de opinión. Si verdaderamente se trata de un buen amigo, me he dicho, entonces mi feliz compromiso es también para él motivo de alegría y por eso no he dudado más en comunicárselo. Sin embargo, antes de echar la carta quería decírtelo.

-Georg -dijo el padre, y estiró la boca sin dientes-, escucha por una vez. Has venido a mí por este asunto, para discutirlo conmigo. Esto te honra sin duda alguna, pero no sirve para nada, y menos aún que para nada, si no me dices ahora mismo toda la verdad. No quiero traer a colación cosas que nada tienen que ver con esto. Desde la muerte de nuestra querida madre han ocurrido ciertas cosas desagradables. Quizá también les llegue su turno, y quizá antes de lo que pensamos.

En el negocio se me escapan algunas cosas, quizá no se me oculten, ahora no quiero en modo alguno alimentar la sospecha de que se me ocultan, ya no estoy lo suficientemente fuerte, me falla la memoria, ya no puedo abarcar tantas cosas. En primer lugar esto es ley de vida y, en segundo lugar, la muerte
de tu madre me ha afligido mucho más que a ti. Pero ya que estamos tratando de este asunto de la carta, te pido, Georg, que no me engañes. Es una pequeñez, no merece la pena, así pues, no me engañes. ¿Tienes de verdad ese amigo en San Petersburgo?

Georg se levantó desconcertado.

-Dejemos en paz a mis amigos. Mil amigos no sustituyen a mi padre. ¿Sabes lo que creo?, que no te cuidas lo suficiente, pero los años exigen sus derechos. En el negocio eres indispensable para mi, bien lo sabes tú, pero si el negocio amenaza tu salud mañana mismo lo cierro para siempre. Esto no puede seguir así. Tenemos que adoptar otro modo de vida para ti, pero desde el principio. Estás sentado aquí en la oscuridad y en el cuarto de estar tendrías buena luz. Tomas un par de bocados del desayuno en lugar de comer como es debido. Estás sentado con las ventanas cerradas y el aire fresco te sentaría bien. iNo, padre mío! Iré a buscar al médico y seguiremos sus prescripciones Cambiaremos las habitaciones. Tú te trasladarás a la habitación de delante y yo a ésta. No supondrá una alteración para ti, todo se llevará allí Ya habrá tiempo de ello,
ahora te acuesto en la cama un poquito, necesitas tranquilidad a toda costa. Vamos, te ayudaré a desnudarte, ya verás como sé hacerlo. ¿O prefieres trasladarte inmediatamente a la habitación de delante y allí te acuestas provisionalmente en mi cama?
La verdad es que esto sería lo más sensato.

Georg estaba de pie justo al lado de su padre, que había dejado caer sobre el pecho su cabeza de blancos y despeinados cabellos.

-Georg -dijo el padre en voz baja y sin moverse.

Georg se arrodilló inmediatamente junto al padre, vio las enormes pupilas en su cansado rostro dirigidas hacia él desde las comisuras de los ojos.

-No tienes ningún amigo en San Petersburgo. Tú has sido siempre un bromista y tampoco has hecho una excepción conmigo. ¡Cómo ibas a tener un amigo precisamente allí No puedo creerlo de ninguna manera.

-Padre, haz memoria una vez más -dijo Georg, levantó al padre del sillón y le quitó la bata, estaba allí tan débil...-, pronto hará ya tres años que mi amigo estuvo en casa de visita. Recuerdo todavía que no te hacía demasiada gracia. Al menos dos veces te oculté su presencia, a pesar de que en esos momentos se hallaba precisamente en mi habitación. Yo podía
comprender bien tu animadversión hacia él, mi amigo tiene sus manías, pero después conversaste agradablemente con él.
En aquellos momentos me sentía tan orgulloso de que le escuchases, asintieses y preguntases... Si haces memoria tienes que acordarte. Él contó entonces historias increíbles de la revolución rusa. Cómo, por ejemplo, en un viaje de negocios a Kiev, había visto en un balcón a un sacerdote que se había cortado una ancha cruz de sangre en la palma de la mano, la levantó e invocó con ella a la multitud. Tú mismo has contado de vez en cuando esta historia.

Mientras tanto Georg había conseguido sentar al padre y quitarle cuidadosamente el pantalón de punto que llevaba encima de los calzoncillos de lino, así como los calcetines.

Al ver la ropa, que no estaba precisamente limpia, se hizo reproches por haber descuidado al padre. Seguro que también formaba parte de sus obligaciones el cuidar de que el padre se cambiase de ropa. Todavía no había hablado expresamente con su prometida de cómo iban a organizar el futuro del padre, porque tácitamente habían supuesto que él se quedaría solo en el piso viejo. Sin embargo, ahora se decidió, de repente y con toda firmeza, a llevárselo a su futuro hogar. Bien mirado, casi daba la impresión de que el cuidado que el padre iba a recibir allí podría llegar demasiado tarde.

Llevó al padre en brazos a la cama. Una terrible sensación se apoderó de él cuando, a lo largo de los pocos pasos hasta ella, notó que su padre jugueteaba con la cadena del reloj sobre su pecho. Se agarraba con tal fuerza a la cadena del mismo, que no pudo acostarle inmediatamente. Apenas se encontró en la cama, todo pareció volver de nuevo a la normalidad. Se tapó solo y se cubrió muy bien los hombros con el cobertor. No miraba a Georg precisamente con hostilidad.

-¿Verdad que ya te acuerdas de él? -preguntó Georg, y asintió con la cabeza haciendo un gesto alentador.

-¿Estoy bien tapado? -preguntó el padre como si no pudiese asegurarse él mismo de que sus pies se encontraban tapados.

-Así es que te gusta estar en la cama -dijo Georg, y colocó mejor el cobertor a su alrededor.

-¿Estoy bien tapado? --preguntó el padre de nuevo, y pareció prestar especial atención a la respuesta.

-Estáte tranquilo, estás bien tapado.

-iNo! -gritó el padre de tal forma que la respuesta chocó contra la pregunta, echó hacia atrás el cobertor con una fuerza tal que por un momento quedó extendido en el aire y se puso de pie sobre la cama. Sólo con una mano se apoyaba ligera mente en el techo.

-Querías taparme, lo sé retoño mío, pero todavía no estoy tapado, y aunque sea la última fuerza es suficiente para ti, demasiada para ti. ¡Claro que conozco a tu amigo! Sería el hijo que desea mi corazón, por eso también le has engañado duran-
te todos estos años. ¿Por qué si no? ¿Acaso crees que no he llorado por él? Precisamente por eso te encierras en tu oficina, el jefe está ocupado. Sólo para poder escribir tus falsas cartitas a Rusia. Pero, afortunadamente, nadie tiene que dar lecciones
al padre de cómo adivinar las intenciones del hijo. De la misma manera que ahora has creído haberle subyugado, subyugado de tal forma que podrías sentarte con tu trasero sobre él y él no se movería, en ese momento mi señor hijo ha decidido casarse.

Georg levantó la mirada hacia el espectro de su padre. El amigo de San Petersburgo a quien de repente el padre conocía tan bien, se apoderaba de él como nunca hasta ahora. Le vio perdido en la lejana Rusia. Le vio en la puerta del negocio vacío y desvalijado, entre las ruinas de las estanterías, entre los géneros hechos jirones, entre los tubos de gas que estaban caídos, él permanecía todavía erguido. ¿Por qué había tenido que irse tan lejos?

-iPero mírame -gritó el padre, - Georg corrió, casi distraído, hacia la cama, con la intención de comprenderlo todo, pero se quedó parado a mitad de camino.

-Porque ella se ha levantado las faldas -comenzó a hablar el padre-, porque se ha levantado así las faldas de cerda asquerosa -y para expresarlo plásticamente se levantó el camisón tan alto que se veía sobre el muslo la cicatriz de sus años de guerra-, porque se ha levantado así, y así las faldas, te has acercado a ella y, para poder gozar con ella sin que nadie molestase, has profanado la memoria de nuestra madre, has traicionado al amigo y has metido en la cama a tu padre para que no se pueda mover, pero ¿puede moverse o no?

Permanecía en pie sin apoyo alguno y lanzaba las piernas en todas las direcciones. sonreía con entusiasmo al comprenderlo todo.

Georg estaba de pie en un rincón lo más lejos posible del padre. Desde hacía un rato había decidido firmemente observarlo todo con exactitud, para no ser indirectamente sorprendido de alguna forma por detrás o desde arriba. Entonces se acordó de nuevo de la decisión, ya hacía rato olvidada, y volvió a olvidarla tan deprisa como se pasa un hilo corto a través del ojo de una aguja.

-No obstante el amigo no ha sido todavía traicionado
-gritó el padre, y lo corroboraba su índice movido de acá para allá- yo era su representante en este lugar.

Georg no pudo evitar gritar: iComediante! Reconoció inmediatamente el daño y demasiado tarde, los ojos fijos se mordió la lengua hasta doblarse de dolor.

-iSi, por supuesto que he representado una comedia! iComedia! iBuena palabra! ¿Qué otro consuelo le quedaba al anciano padre viudo? Dime, y durante el momento que dure la respuesta sé todavía mi hijo vivo. ¿Qué otra salida me quedaba en mi habitación interior, perseguido por un personal infiel, viejo hasta los huesos? Y mi hijo iba con júbilo por la vida, ultimaba negocios que yo había preparado, se retorcía de la risa y pasaba ante su padre con el reservado rostro de un hombre de honor. ¿Crees tú que yo no te hubiese querido, yo, de quien saliste tú?

«Ahora se inclinará hacia delante», pensó Georg, «¡si se cayese y se estrellase!» Esta palabra se le pasó por la cabeza como una centella.

El padre se echó hacia delante, pero no se cayó.

Puesto que Georg no se acercaba como había esperado, se irguió de nuevo.

-iQuédate donde estás, no te necesito! Piensas que tienes todavía la fuerza suficiente para venir aquí, y solamente te contienes porque así lo deseas, iNo te equivoques! Todavía soy el más fuerte, iYo solo habría tenido quizá que retirarme pero así la madre me ha dado su fuerza, con tu amigo me alié maravillosamente y a tu clientela la tengo aquí en el bolsillo!

-¡lncluso en el camisón tiene bolsillos! -se dijo Georg, y creyó que con esta observación podría hacerle quedar en ridículo ante todo el mundo. Pensó en esto sólo durante un momento, porque inmediatamente volvía a olvidarlo todo.

-iCuélgate del brazo de tu novia y ven hacia mí! iTe la barro de al lado y no sabes cómo!

Georg hacía muecas como si no pudiese creerlo. El padre sólo asentía con la cabeza, ratificando la verdad de lo que decía y dirigiéndose al rincón en que se encontraba Georg.

-iCómo me has divertido hoy cuando has venido y me has preguntado si debías contarle a tu amigo lo del compromiso! ¡Si lo sabe todo, estúpido, lo sabe todo! Yo le escribía porque olvidaste quitarme las cosas para escribir. Por eso ya no viene desde hace años, lo sabe todo cien veces mejor que tú mismo, tus cartas las arruga con la mano izquierda sin haberlas leído, mientras que con la derecha se pone delante mis cartas para leerlas.

De puro entusiasmo agitaba el brazo por encima de la cabeza.

-iLo sabe todo mil veces mejor! -gritó.

-Diez mil veces -dijo Georg con la intención de burlarse de su padre, pero todavía en su boca estas palabras adquirieron un tono profundamente serio.

-iDesde hace años estoy a la espera de que me vengas con esa pregunta! ¿Crees que me preocupa alguna otra cosa? ¿Crees que leo periódicos? iMira!-
Y tiró a Georg un periódico que, de alguna forma, había ido a parar a su cama. Un periódico viejo con un nombre que a Georg le era completamente desconocido.

-iCuánto tiempo has tardado en llegar a la madurez! Tuvo que morir tu madre, no llegó a ver el día de júbilo. El amigo perece en su Rusia, ya hace tres años estaba amarillo de muerte, y yo, ya ves cómo me va a mí, para eso tienes ojos.

-Entonces me has espiado -gritó Georg.

El padre dijo como si tal cosa y en tono compasivo:

-Probablemente eso querías haberlo dicho antes, ahora ya no viene a cuento.

Y en voz más alta:

-Ahora ya sabes lo que había además de ti, hasta ahora no sabias más que de ti mismo. Lo cierto es que fuiste un niño inocente, pero aún más ciertamente fuiste un hombre diabólico. Por eso has de saber que yo te condeno a morir ahogado.

Georg se sintió como expulsado de la habitación, el golpe con el que el padre a su espalda había caído sobre la cama resonaba todavía en sus oídos. En la escalera, por cuyos escalones bajaba tan deprisa como si se tratase de una rampa inclinada, sorprendió a la criada que estaba a punto de subir para arreglar el piso.

-Jesús! -gritó, y se tapó la cara con el delantal, pero él ya se había ido.

Salió del portal de un salto, el agua le atraía por encima de la calzada. Ya se asía firmemente a la baranda como un hambriento a la comida. Saltó por encima como el excelente atleta que, para orgullo de sus padres, había sido en sus años juveniles. todavía seguía sujeto con las manos, que se iban abriendo poco a poco, divisó entre las barras de la baranda un ómnibus que cubriría con facilidad el ruido de su caída, exclamó en voz baja: «Queridos padres, siempre os he querido», y se dejó caer.

En ese momento atravesaba el puente un tráfico verdaderamente interminable.


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